
Con respecto a la psicología general su relación es obvia, ya que la
psicología social es una rama de aquella y de ahí su énfasis en el nivel
individual de análisis. Tan obvia es esta relación que para algunos
toda la psicología es social, en la medida que prácticamente todo
comportamiento humano es susceptible de alguna forma de influencia
social (ya sea actual, imaginada o implícita, en términos de Allport).
Pensamos que aunque tal posición no está realmente tan alejada de la
realidad, y por lo tanto existe una gran sobreposición con la psicología
general, existen diferentes grados de determinación social de los
fenómenos psicológicos, por lo cual no toda la conducta humana es
igualmente social. Así, aunque tal vez no podríamos negar
completamente que algunos procesos psicofísicos puedan ser influidos
socialmente bajo ciertas condiciones especiales, es claro que no lo
serían al mismo nivel que por ejemplo las creencias, actitudes o
sentimientos. A la psicología general le corresponde estudiar toda la
conducta del individuo, independientemente de su grado de determinación
social. En cambio la psicología social se focaliza en estudiar las
diversas formas de influencia social sobre la conducta del individuo.
La sociología se interesa especialmente en el estudio de la sociedad, las instituciones sociales y las relaciones entre organizaciones o
grupos dentro de un sistema social. A pesar que tales entidades están
formadas por individuos, los sociólogos están más preocupados por
los aspectos de estructuras y procesos sociales que por el individuo
particular. Sin embargo, sociología y psicología social tienen un área
de intersección relativamente amplia, que incluye temas como las
actitudes, la influencia normativa, la importancia de las posiciones y
roles sociales, el liderazgo, la socialización, el comportamiento
desviado, etc. Se puede afirmar que ambas disciplinas se interesan en
el comportamiento social, pero que difieren en su perspectiva y nivel
de análisis. La perspectiva sociológica está más interesada en las
estructuras macrosociales (clase social, religión, etc.) y en los
macroprocesos (industrialización, movilidad social, etc.), y sus niveles
de análisis más propios son el grupal, intergrupal y societal. En
cambio la psicología social tiene un enfoque más microscópico,
privilegiando los niveles de análisis individual, interpersonal y de
grupo pequeño.
En el caso de la antropología cultural, esta disciplina se dedica en
particular al estudio de los diversos productos, patrones, formas de
interacción, etc. de los diferentes grupos culturales, con un enfoque
comparativo. Como tal, los datos antropológicos son de gran valor y
utilidad para los psicólogos sociales en su intento de comprender y
explicar el comportamiento social de los individuos, así como también
las teorías y herramientas metodológicas psicológicas son de utilidad
para el antropólogo. Al respecto, uno de los temas más importantes en
la psicología social moderna lo constituye el estudio de las diferencias
culturales en la conducta social, o lo que se ha llamado Psicología
Transcultural (Triandis, 1994). Sin embargo, al igual como sucede con
la sociología, existen diferencias importantes de perspectiva y nivel de
análisis entre la antropología y la psicología social, siendo esta última
más orientada hacia el individuo y sus variables psicológicas, en tanto
la antropología tendría un nivel de análisis más societal o cultural.
También la psicología social tiene relaciones con otras disciplinas
interesadas en fenómenos conductuales y sociales, tales como la
educación, la ciencia política, y la economía. Respecto a la relación
con esta última, existen áreas comunes tan importantes como el
comportamiento del consumidor (Losada, 1979; Walters, 1994) y más
recientemente la llamada "economía conductual" (Sandoval, Caycedo,
Gutiérrez y Pereira, 1994).
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